Por Salvador García Llanos
Realidad versus misterio. Juan Carlos (Juanca) Romero Hasmen, autor de Catástrofe 77 El viaje interrumpido (Círculo Rojo Editorial), decidió hacer un ensayo que profundiza en el terrible accidente del aeropuerto de Los Rodeos, cuando chocaron dos aviones Jumbo (KLM y PAN-AM) el 27 de marzo de 1977, y en los enigmas -alguno, auténtica leyenda popular- que envuelven la citada instalación y su entorno.
Presentó su libro en el Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias (IEHC), diferenciando las dos partes de su contenido: una primera basada en un trabajo periodístico de investigación que recoge la versión oficial del accidente, muy explicativa de todo lo que sucedió aquella fatídica tarde de domingo; y una segunda en la que desgrana creencias, misterios y derivados antropológicos, en definitiva un relato de lo insólito.
El autor dedicó frases elogiosas al periodista televisivo Santiago Vázquez (TVE) que redactó el prólogo, un anticipo de páginas que describen el peor accidente de la historia de la aviación comercial. La explosión de un artefacto en el edificio terminal del aeropuerto de Gando (Gran Canaria), reivindicada por la organización independentista MPAIAC, determinó el cierre de la instalación y el desvío de los aviones al aeropuerto más cercano, en este caso, Los Rodeos, en el norte de Tenerife. La densa niebla y una cadena de errores sustanciaron la fatalidad.
Romero Hasmen se preocupa de no especular, tanto en las páginas como en la exposición verbal de su síntesis. Se apoya en versiones como la del superviviente Norman Williams, y en la de Marilyn Rossner, considerada como la mejor médium del mundo. Aporta imágenes, grabaciones y gráficos del lugar de los hechos. Su exhaustiva investigación, que empezó a bordo de un vuelo que despegó desde el mismo aeropuerto, refresca el suceso, especialmente para quienes albergan en su memoria aterradoras imágenes y un penetrante e indescriptible olor a carne humada abrasada.
Explicó Romero también las apariciones y las premoniciones, las situaciones insólitas y las coincidencias que proporcionan un aire de misterio a la tragedia, puestos a encontrar vínculos. Habla de seres errantes, de soldados renuentes, de sobres lacrados que contenían informaciones o titulares de periódicos que reflejaban con antelación lo que luego sucedería, de montañas próximas horadadas para preparar sabe Dios qué mecanismos, la célebre equis roja de la controversia sobre el lugar donde debía o no ser construido el aeropuerto y el malestar o el insomnio de trabajadores que ese día, curiosamente, no acudieron a su puesto tras la mala noche padecida…
La obra de Romero es una contribución al mejor conocimiento de aquella catástrofe, de aquel viaje interrumpido por un cúmulo de fatalidades, algunas de cuyas incógnitas siguen aún sin despejar.