SESENTA Y CUATRO AÑOS DE COMPROMISO CULTURAL. Salvador García Llanos.

 Solo faltaron a la cita -ausencia elegantemente justificada y disculpada por un solvente Eduarzo Zalba como presentador- los familiares de Antonio Ruiz Álvarez, primer secretario general del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias (IEHC) que conmemoró el sesenta y cuatro cumpleaños de la inauguración de su sede, en la calle Quintana, en la planta inferior del que fue convento y del actual colegio ‘Tomás de Iriarte’. Pero estaban las hijas de Isidoro Luz Carpenter, Magdalena y Constanza, y los hijos de Juan Reyes Bartlet, Ramiro e Isolda, para conceder licencia a la nostalgia de tres grandes valedores de la cultura portuense, de quienes se esmeraron para que el Instituto, contra penurias y estrecheces, enarbolase la bandera intelectual de la ciudad. Estaban los citados, el alcalde, Lope Afonso; el actual presidente de la entidad, José Cruz Torres; sus directivos, socios y otras muchas personas que son fieles a las convocatorias y a sus actos.

Fue una tarde-noche evocadora de más de seis décadas de producción cultural. Los socios, recibiendo las insignias. Los descendientes de los directivos fundadores, con un merecedísimo reconocimiento a títulos póstumo. Con el memorialista Melecio Hernández Pérez, luciendo su bien designada condición de socio de honor. Y con el grupo vocal ‘Reyes Bartlet’, heredero de los mejores valores de la densa trayectoria de la coral y de la asociación cultural -el gran descubrimiento de la noche, José Híjar Polo al frente-, interpretando tanto antiguas canciones populares comoTres epitafios, de Rodolfo Halffter, con texto de Miguel de Cevantes.
Sesenta y cuatro años dan para mucho. Allí se han concentrado exposiciones pictóricas, manifestaciones artísticas, actuaciones musicales, conferencias, investigaciones, entrevistas, presentaciones de libros y publicaciones, recitales poéticos, la copiosa biblioteca… Es muy meritorio haberse mantenido desafiando las limitaciones físicas, primero; y las económico-financieras, después. Lo ha hecho, aunque sea una frase hecha, contra viento y marea. Sus presidentes, sus directivas, sabían que solo su perseverancia favorecería el desarrollo de ejercicios y tareas con las que mucha gente no sintoniza. Hay que agradecerles ese esfuerzo, esa constancia. Dando mucho y recibiendo a cuentagotas. Pero, sin rendirse, con capacidad para seguir creando y manteniendo encendida la llama cultural. Cuantas promesas incumplidas, cuantas demoras… No importa: ahí sigue el Instituto, con sus secciones, con su decisiva conribución a los museos del municipio, con su foro abierto para defender libertades y pluralismo y para que muchos creadores tuvieran su primera oportunidad.
Allí estaban todos, compartiendo la licencia para la nostalgia y las ganas de seguir abriendo surcos, sembrando la simiente que siempre habrá de germinar. Allí estaban los entusiastas y los silenciosos, los que siempre acuden, los que trabajan intramuros, los herederos y los ilustres de que han forjado una trayectoria que es, en buena medida, la historia de la cutura del Puerto de la Cruz en aquella modesta y tranquila estancia de cuya apertura se han cumplido ya sesenta y cuatro años.
¡Enhorabuena!
IEHCAN
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.